Un texto de-generado. Quiere tratar de todo. Absolutamente de todo. Cosa insual. Un experimento. Un modo Chillys Willys de emplear este medio de comunicación. El medio eléctrico. Desde lo subalterno, desde los márgenes. Desde el afuera contracultural posible. Sobre el valle Central de Oaxaca y su sociocultura, teniendo como centro de interés la comunidad de Santo Tomás Jalieza. Ciencia(s) de la comunicación. Gastronomía histórica. Información. Entretenimiento. Ficción.

Tuesday, September 06, 2005

(SIETE)

Aquí hablaremos un poco del evento que más nos conmovió e iluminó durante nuestra visita de junio pasado a Santo Tomás Jalieza. El hecho que definió el sentido de todo, el fundamento. Y si quieren, nuestra locura actual. Por razones que implican el sentido definitivo de todo este informe nuestro sobre Oaxaca y Jalieza.

Pues esta primera vez que dormimos por varias noches en ese lugar del brazo sur del valle central de Oaxaca tuvimos el gusto y el honor de poder asistir, por propuesta del doctor Mendoza Mendoza, a una reunión nocturna de quienes junto con él y con gran admiración y respeto denominamos La Gente Custodia del Zapoteca de Santo Tomás Jalieza. Un grupo, ahora, de siete buenas personas que desde hace poco más de dos años se han propuesto llevar a cabo la producción de un diccionario mínimo de la variante de lengua zapoteca que se habla justo allí, en la comunidad de Santo Tomás. Con especial atención en las cuestiones fonéticas del habla zapoteca, su sonido y su música. Para conservar del mejor modo posible la memoria de las palabras zapotecas que ellos aún tienen muy presentes en su vida.

La mayor parte de esta gente custodia del zapoteca de Jalieza tiene más de sesenta años de edad y son hablantes natos de esa lengua. El único menor de esta edad es el maestro Fidel Antonio López, quien ha sido el promotor y animador principal de este grupo de memoria psicolingüística y algo más, como diría algún Heidegger de por acá. Los demás integrantes de este taller de custodia de la lengua antigua de Jalieza son parte de la gente más anciana de Santo Tomás, quizá los últimos hablantes natos del zapoteca en ese lugar, y los siete integrantes de este grupo son los señores y señoras: Félix Gómez Antonio, Nicéforo Mendoza Gómez, Fidel Antonio López, Elías Gómez Villavicencio, Benito Crisóstomo Santos, Basilia Gómez Hernández y Serafina Mendoza Pacheco. Decimos aquí sus nombres en el orden que tomaron asiento en rueda durante la reunión que tuvimos el viernes 24 de junio, día de San Juan, por la noche, en las instalaciones de la Biblioteca y Centro Cultural del Templo de Santo Tomás. Allí, amables y gentiles como siempre, el Presi, o sea, el doctor Nicéforo, y el Ayuntamiento, nos hicieron llegar galletas y refrescos para todos.

Hasta donde pudimos saber en la reunión que tuvimos esa vez con los Custodios del Zapoteca, estas amables y sabias personas se han puesto a estudiar lingüística para poder conservar con la mayor exactitud posible la memoria y la vida de la lengua zapoteca que conocen y recuerdan. Así que de la mente colectiva de estas siete personas recibimos nuestra primera lección para el aprendizaje y conocimiento de este idioma de distante origen prehispánico.

Claro, no ignoramos que el zapoteca actual se liga con el zapoteca clásico del mismo modo que lo hace el griego actual con el griego clásico, casi por mera casualidad; hasta cierto punto son dos modos por completo diferentes de hablar, sentir y pensar en zapoteca. Pero se conectan. Y el actual modo está a punto de perderse. Quizá la próxima generación de Santo Tomás jamás escuche hablar esa lengua con las diferencias propias de ese lugar. Así es la historia. Tal vez ya sólo queda tomar nota de ello.

Desde el triunfo de la revolución mexicana (1924-1934), la política educativa del estado mexicano fue la de hacer desaparecer por completo las lenguas antiguas, unificar modernizando, poniendo al día, haciendo que todo mundo hablara y pensara en castellano, la lengua que más gente habla y piensa en muchos países distintos del mundo contemporáneo. Se decidió desde arriba, desde la política estatal autoritaria, que la nación debía tener una sola lengua moderna, una sola para todo mundo, y ya, para que así todo mundo entendiera lo que se decía desde el centro y en castellano, aunque fuera esa bella pero trágica mezcla de Cantinflas con Salvador Novo y unas gotitas de Alfonso Reyes. Lo demás, lo que estaba en lenguas empleadas por poca gente, y gente considerada como “india” por su condición de miseria e ignorancia respecto al centro, era cosa del pasado, cosa de la miseria y la ignorancia, nada correcto ni deseable para la buena vida política del presente de México, y todo eso de la Secretaría de Educación Pública como aparato sobre-determinante de la ideología de Estado. Así las cosas respecto al uso de lenguas prehispánicas por motivos que no fueran estrictamente académicos, tanto curas católicos como maestros de escuela pública y de lo que fuera estigmatizaron la lengua zapoteca por anticuada e idólatra, para explicarlo rápido, una lengua que de principio se consideraba equivocada y mala, indeseable, tal como hace cinco siglos pensaron los curas inquisidores de España. Al grado que en la escuela de Santo Tomás se llegó a poner castigos y multas en dinero a quienes hablaran en esa lengua. De tal modo, en cosa de cincuenta años la gente de la región dejó de hablar zapoteca, ya ni siquiera en el interior de las casas se le habla en forma cotidiana. Ahora sólo quedan palabras sueltas y raras. Sólo quedan recuerdos del zapoteca.

Hoy día, aunque la información del INEGI dice que Santo Tomás cuenta con cerca de setecientos hablantes de dicha lengua, la realidad es que no quedan más de diez personas que en verdad la entienden y pueden emplear con soltura para comunicarse con quien sea. Pues, como pudimos comprobar en esa reunión tan importante, hasta los actuales Custodios tienen algunas dificultades para conservar de verdad viva la lengua zapoteca de Jalieza.

Por tanto, estas siete personas son de verdad admirables. Tienen bajo su cuidado o curaduría la memoria de un espíritu simbólico trascendental. El corazón del pueblo zapoteca para la gente de Jalieza actual. Un modo de estar en relación con el pasado del lugar donde se habita. Su ejemplo es muy valioso, fuera de serie, tanto por la voluntad que han puesto en juego para recordarlo y conservarlo “vivo”, como por los resultados positivos que ya han obtenido hasta ahora, después de varios años de paciente trabajo común, pues el Diccionario del Zapoteca de Jalieza que confeccionan ya va en la letra R, les falta poquito para terminar su primera recolección general de palabras zapotecas de la región en estricto orden alfabético. Algo que han hecho con gran cuidado y exactitud filológica y gramatical.

Por ejemplo: en forma por demás brillante han determinado la existencia de una sexta vocal en esta lengua, lo mismo que la presencia de más de cinco acentos y otras rarezas fonéticas y sintácticas propias del zapoteca con respecto a la lengua castellana. Rarezas que no es fácil codificar en términos fonéticos y lingüísticos científicamente correctos. Todo un trabajo de investigación académica muy rigurosa.

Son un ejemplo de lo que significa pensar y trabajar en comunidad de estudio. Pues así se produce un valor de pensar muy alto. Especialmente cuando el objetivo es de carácter altruista, cosa rara y muy transgresiva en estos tiempos nihilistas cínicos. Cuidar la memoria de sus ancestros venerables, quienes todavía hace un siglo únicamente en esa lengua antigua se comunicaban, en la sagrada y bella lengua zapoteca. Una lengua que ya se olvida como habla cotidiana, para ser memoria ilustrada de unas cuantas personas, como afirman sus poetas. Pero que aun así, ya lengua muerta, nos transmite sagrada sabiduría, como todas las lenguas, tal como ocurre hoy día con el griego clásico y el sánscrito.

Que eso es lo que dice el poeta istmeño, Martín Chacón:

Dicen que se va el zapoteca,
Ya nadie lo hablará.
Ha muerto, dicen,
La lengua de los zapotecas.

En nuestra primera reunión con los Custodios del zapoteca, estas siete personas de Santo Tomás Jalieza nos enseñaron cuestiones elementales, pero muy valiosas, para nuestra comprensión de la sociocultura zapoteca; pues nos mostraron cómo traducen los pronombres personales y algunas figuras de medición del tiempo y del espacio. Pero nosotras aprovechamos la brevedad de la reunión para también indagar sobre cuestiones cruciales para nuestra investigación, como la traducción que hicimos del texto iconográfico de la Estela de la Tumba 5 de Huijazoo, y para nuestras indagaciones de campo sobre arqueo(g)astronomía, es decir, las relaciones materiales (“economía política”) que se establecen con sentido humano entre las estaciones de la tierra, las estrellas del cielo y la alimentación diaria de quienes van a morir.

Fue bella, muy bella y noble, llena de generosidad y buenas intenciones, la forma en que nos comunicamos tan rápido y bien con estas siete nobles personas sabias sobre cuestiones difíciles de establecer sobre el conocimiento y estudio de la lengua zapoteca, demostrándonos, así, estas siete personas, que realmente construyen y expresan con cuidado y gran respeto el magisterio más elevado sobre esta lengua en Santo Tomás, un magisterio o enseñanza superior con la calidad del posgrado universitario actual, ciencia y arte según el esquema institucional para Occidente, si es que de veras son importantes tales boludeces, pues, obvio, el saber de estos Custodios del Zapoteca llega muchísimo más lejos como vuelo del espíritu. Y por eso resultó conmovedora y decisiva esa reunión que tuvimos en junio.

Conecta con la esencia de la lengua, esa esencia que está en toda lengua posible, real o imaginaria, la esencia de la comunicación humana, un acontecimiento que en verdad atraviesa los siglos y siglos de la historia. Pues, donde hubo humanos, hubo lenguaje, hubo cabezas pensando a través de tramas de palabras. La verdad de la poesía: lo que permanece y dura, lo que sostiene y transmite el sentido, el significado del ser y las cosas. Que de eso aprendimos mucho con la gente custodia de la lengua zapoteca de Jalieza. Pero, lógico, aprendimos más, mucho más. Razón porque estamos transmitiendo este informe por entregas.

Una cuestión que necesariamente tiene que conectar con el lenguaje y la esencia de la poesía, tal como la planteara Heidegger en la conferencia sobre Hölderlin y la esencia de la poesía. Porque, como ya lo insinuamos, resulta imposible no tomar en cuenta a Heidegger en estas cuestiones. Después de todo, los custodios del zapoteca en Jalieza realizan una gran tarea poética, pues guardan la memoria real de su comunidad. Una parte de esa memoria que resulta fundamental para la sociocultura en que viven, pues les liga con sus antepasados venerables, los ben-ni-gula-zaa, la élite y el pueblo de quienes fundaron Monte Albán y habitaron el valle central hace cosa ya de mil años.

Recordar la lengua antigua significa poetizar, saber situarse en la gran encrucijada de las cuatro vías: la vía de las divinidades, la vía de lo/as mortales, la vía del cielo y la vía de la tierra. Puntos clave para entender el sentido de estar aquí, en la vida y en el mundo, donde se juega a diario nuestra suerte, nuestra existencia, la presencia.

Sí, todo esto de Heidegger suele estar manchado de fascismo totalitario. Después de todo, este filósofo alemán nunca dejó de ser el nazi que fue, un enemigo de la libertad y la democracia. Aunque, afortunadamente, se contradijera tanto como pensador libre. Grave problema. Tener que tomar en cuenta su pensamiento sin querer coincidir en todo con su pensar, algo que por necesidad significa tener que tergiversarlo, tener que malentenderlo; pero sin poder ignorarlo. De(s)construyéndolo –como se dice ahora. Porque la episteme del momento actual lo requiere a Heidegger como teoría paradigmática para todas las cuestiones del pensar, porque la época de la técnica y la técnica de la época es un espectáculo al mismo tiempo, contradictoriamente, fascista y democrática, nazi y libertaria. Y por eso tenemos que llegar siempre a los textos de Martin Heidegger, para luego siempre tratar de escapar de ellos, pues quien se libera de Heidegger se libera del nihilismo –aunque parezca imposible. En tanto que el nihilismo más burdo está en creer que se puede dejar de ser nihilistas.

Porque hay que chocar de frente con las cuestiones de la lengua y el verbo. Cuestiones graves y terribles, que igual nos encarcelan en la monotonía egoísta del judeocristianismo institucional, donde también hay que incluir siempre al islamismo, que igual nos liberan de todo eso y nos ponen a pensar en lo decisivo y crucial, en lo serio de le encrucijada existencial... construir, habitar, pensar… de otro modo, en la diversidad y la diferencia, que, para muchas personas, muy bien puede estar en tratar de pensar aunque sea un poco también en zapoteca, lengua que seguramente Heidegger despreciaría, como lo hicieron la SEP y la iglesia católica hace cincuenta años, lo mismo que los conquistadores hace ya varios siglos.

Pero lo cierto es que la gente que custodia la lengua zapoteca de Santo Tomás Jalieza realiza con su trabajo la función de poetizar: la más inocente de todas las ocupaciones. Dar posibilidad para todo, comenzando por lo bueno. Pero que es algo que se realiza con el más peligroso de los bienes: el lenguaje. Ya que poetizar significa dar testimonio de lo que se es, y hoy día el zapoteca es olvido y muerte, silencio y temor. Es puro peligro, pues en cualquier momento puede ser de verdad sólo una lengua muerta, mientras conserva la inocente creencia de ser inmortal y eterno, como todas las lenguas del ser humano.

Un grave silencio que necesita ser traído a la conversación de los seres humanos, nuestra autoconciencia. Vivencia de la diferencia marginal que produce una historia subalterna, la historia de la gente ben-ni-gula-zaa y sus retumbes contemporáneos. Nuestras palabras pensando esto. Que es lo que permanece como civilización zapoteca, las ruinas y los utensilios, lo mismo que los textos y el pensamiento. Un recuerdo, al mismo tiempo muerto y vivo. Todo en fragmentos, todo en pedazos. Todo más muerto que vivo. Pero que ahí está. El Lenguaje, El Espíritu, El/la Las Musas. La lengua en que hablara la gente que bajó de las nubes. Lo que permanece y vale para mucha gente mortal hoy día, ahora sin importar mucho la geografía o la cronología sociocultural, pues de principio, inevitablemente, todo está globalizado –precisamente por medio del lenguaje como súper-aparato ideológico del orden simbólico falogocéntrico… pero entonces también por ese medio se injertan las semillas de la transgresión libertaria, la poesía, la creación de imágenes, la construcción del sentido. Dar mérito al habitar humano de la tierra, que significa hacer un nudo de tapiz con los cuatro hilos del ser; o sea, tramar en dibujo abstracto informal los hilos del cielo, las divinidades, la tierra y los mortales… porque, después de todo, y siempre: son los cuatro hilos del trabajo, nuestro mérito supremo, especialmente cuando es trabajo de amor bien logrado. Sublime política. La gran cuestión de la lengua y la memoria, el arte y la ciencia de pensar las palabras con que pensamos prácticamente todo lo que podemos pensar y sentir como mortales humanos. Algo que pasa en la buena para la traducción entre lenguas, que en este caso comienza por el castellano de la ciudad de México y el zapoteca de Santo Tomás Jalieza, pero que en definitiva quiere llegar mucho más allá. Así, como la buena para la traducción.

Ideas y deseo, poesía y creación. Creación de imágenes. Para pensar y existir. En todas partes con palabras, palabras que sostienen todas las ideas posibles, hasta las “impensables”, “indecibles” y “absurdas”, todas. Incluso el “garabato”, que es una anti-palabra. Y por ello es bueno reflexionar sobre el lenguaje como medio de uso y de intercambio, es decir como fundamento trascendente del estar ahí del modo de producción… Individuo y Sociedad. Orden Simbólico. Así enlazados. Pensar el ser y la libertad, para comunicarnos mejor. Que es comenzar por comunicar(se) mejor cada vez de algún modo, con mayor claridad y fineza explicativa. En tanto voluntad y potencia. Porque así se conserva la memoria real de la especie en sus individualidades. Nuestra autoconciencia interactiva concreta.

Algo que, para tramar nuestro tapiz, nos hace llegar de nuevo a la escritura de Humberto Ak’abal:

Hablo
Para taparle
La boca

Al silencio

En la foto 07-A vemos a don Félix y don Nicéforo comentando sobre las fotos de las piedras de Jalieza que tomaron estudiantes de la Universidad del Claustro de Sor Juana; en el pupitre del mesabanco se ve precisamente la fotografía de un detalle de la Piedra del Jaguar, más abajo se ve el detalle de una foto de la Piedra de Estrellas con nuestras anotaciones en gis sobre ella. Lo que se ve escrito en el pizarrón blanco son las palabras zapotecas que empiezan con letra R que ya llevan inscritas en su diccionario los Custodios del Zapoteca.

En la foto 07-B vemos a Maricarmen de espaldas a la izquierda, luego doña Serafina Mendoza Pacheco, Ixchel y Bella Bella. Es el momento en que doña Serafina nos explica el sobrenombre de “El Flojo” que las gentes de Santo Tomás le dan al planeta Venus, porque alumbra sólo un ratito y siempre agarrado de la luz del Sol. Sin embargo, luego ella no supo qué nombre dar con exactitud en lengua zapoteca a ese “lucero”, del que sólo tiene memoria en lengua castellana. Cuando lo debatieron entre sí los siete, nos dijeron que esa luminaria en zapoteca tenía por nombre “bel giro” o “lucero grande”. Un nombre demasiado descriptivo en términos de tamaño; pero poco exacto para denominar ese planeta que ilumina el cielo en las tardes y en las mañanas. Porque, después de todo, como allí pudimos ver, ahora, después de todo lo que ya nadie puede hacer cambiar, realmente la memoria colectiva de México se comunica en lengua castellana, en la lengua que lleva más de cuatro siglos ilustrándose con la lectura de Don Quijote, por ejemplo. Y en esa lengua nos entendimos muy bien Custodios, Chillys Willys y estudiantes testigos de ello. Un entendimiento, un gran entendimiento. Comunicación de la buena para la traducción, como es nuestro deseo científico y artístico. Mejor comunicación. A partir de la voluntad de interpretar la verdad de la memoria zapoteca del valle central, ahora justo desde allí, desde Jalieza, y desde la información trascendente de estos siete Custodios, para que con esa memoria colectiva hagamos más clara y viva la memoria mexicana contemporánea, que es una memoria sociocultural que llega bastante más allá de cualquier frontera y se expresa con un espíritu en esencia múltiple y variado, internacionalista, libertario… La Memoria Mexicana.

Del mismo modo, de izquierda a derecha, en la foto 07-C nos encontramos con don Benito Crisóstomo Santos y doña Basilia Gómez Hernández, el maestro Fidel Antonio López, de pie, Hermanita y Mendiola. Hermanita intenta pronunciar una palabra en correcto zapoteca de Santo Tomás, el gesto del maestro Fidel deja entender que ella no lo está haciendo nada mal. Don Benito, días después, cuando regresamos un mediodía al centro del pueblo, después de estudiar las piedras de Letras y Estrellas, nos invitó por su cuenta las aguas de tejate a las Chillys Willys y estudiantes que nos acompañaban: Maricarmen, Ixchel y Gad.
Por cierto, las fotos de esta entrega las tomó Gad ese día de la reunión. En esta foto en concreto (07-C) se puede ver algo de la bella y sobria arquitectura de ese centro cultural creado por la comunidad de Jalieza en los edificios adjuntos al templo católico de Santo Tomás, edificio que fuera restaurado por la misma comunidad, con una exactitud historiográfica digna de respeto de este inmueble que fue quizá un pequeño convento dominico en el pasado novohispano del pueblo. Lugar donde ahora existe la voluntad de poner el museo comunal, con información historiográfica, material y artesanal de la sociocultura del municipio que tiene a Santo Tomás como cabecera.

Y en la foto 07-D se ve a don Félix y don Nicéforo contemplando lo que escribe en el pizarrón el maestro Fidel, también se alcanzan a ver en esta imagen las manos de don Fidel Antonio López y las de don Elías Gómez Villavicencio, allí, entre los otros dos, sentados en los mesabancos de esa sala del centro cultural de la Biblioteca donde formamos una rueda para conversar. En los pizarrones del fondo se ven ejemplos claros de la gran calidad y seriedad con que estas siete personas ejercen la tarea de custodiar con su memoria la lengua zapoteca de Santo Tomás Jalieza.

Como resulta claro, la breve pero sustanciosa reunión con estas personas fue de intenso trabajo académico, ilustrado… y mexicano contemporáneo, según la realidad de Santo Tomás y su gente. Nuestra comunicación, que así desea llegar más allá de lo nacional, para ser de verdad internacionalista y libertaria, la comunicación que transmite este informe. Que, entonces, para marcar mejor su contexto, quisiera caminar como comunicación al mismo tiempo en paralelo y en diagonal respecto al discurso del Ariel de José Enrique Rodó, en tanto voluntad de comunicar un espíritu común, una sociocultura, un modo de estar en el mundo con rostro hispanoamericano, sin tener que pensar en fronteras y sin quedar enredado el discurso en la telaraña del egoísmo compulsivo y sus inevitables chovinismos y xenofobias absurdas y huecas. ¿Será posible?

Porque este informe sobre Oaxaca y Jalieza quiere funcionar primero que nada como medio de comunicación colectiva. Un punto de acuerdo común, de nosotras tres con muchas personas, a través de la puesta en escena de este discurso con palabras e imágenes fotográficas, sobre lo que significa pensar lo común desde nuestra situación real, desde nuestra época y sociocultura, nuestra geografía y subdesarrollo material, y todo eso. Cosa común para todos los pueblos de la Tierra hoy día, pues la injusticia no tiene fronteras, y la injusticia que la suprime y supera tampoco. Por eso, como intentamos decir, todo esto, la cosa en sí de este texto, tiene que ver con lo que consideramos como la buena para la traducción… Una cuestión de justicia feminista, comunal y an-arquista. Que así se expresa.

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