Un texto de-generado. Quiere tratar de todo. Absolutamente de todo. Cosa insual. Un experimento. Un modo Chillys Willys de emplear este medio de comunicación. El medio eléctrico. Desde lo subalterno, desde los márgenes. Desde el afuera contracultural posible. Sobre el valle Central de Oaxaca y su sociocultura, teniendo como centro de interés la comunidad de Santo Tomás Jalieza. Ciencia(s) de la comunicación. Gastronomía histórica. Información. Entretenimiento. Ficción.

Tuesday, September 06, 2005

(SEIS)

En la foto que acompaña esta entrega (una imagen de Isaac Molina, estudiante de la carrera de Comunicación audiovisual de la Universidad del Claustro de Sor Juana, tomada durante la práctica profesional de campo que realizamos en abril de este año) vemos juntas la Piedra de Letras y la Piedra de Círculos. El acuerdo entre la Tierra, el Sol, la Luna y Venus.

Fueron estos signos escritos los que nos condujeron a Santo Tomás Jalieza por vez primera. Ahora es imposible decir todo lo que nos hace escribir sobre ese lugar, para así comunicar nuestra experiencia de investigación de diez años en el valle central de Oaxaca. Porque, ahora, Jalieza conecta con todo lo que allí estudiamos, lo mismo con el sitio arqueológico de Monte Albán, donde estudiamos “a ojo” su arqueoastronomía, lo mismo que con el significado de la estela funeraria que se encuentra en el interior de la Tumba 5 del sitio de Huijazoo en el Cerro de la Campana; pero también con la conducta del grafiti hip hop en toda esa región y con la obra en cerámica de Angélica Vásquez y muchas cosas más, como por ejemplo la gastronomía de la región.

Por eso, aquí volvemos a comenzar nuestro relato, si es posible decir algo así, aquí, en la sexta entrega de este informe. Pero, bueno, hasta donde entendemos, así es como tiene que ser. Aquí hay que comenzar y volver a comenzar a cada rato, para poder llegar a donde vamos. Y de acuerdo a nuestros planes de investigación, ahora el trabajo de estudio en Santo Tomás Jalieza debe ayudarnos para entender prácticamente todas las cosas de la existencia humana… si es posible decir algo así… porque esto es justo lo que estamos haciendo ya aquí, signo por signo, imagen por imagen.

Metafísica, le dirían los filósofos. Antropología, los materialistas positivos. Y así sucesivamente, con muchos nombres. Con muchos métodos, con muchos sistemas y todo eso. Este escrito. Quiere ser. De modo que es todo menos algo en concreto, más que nada, entonces, periodismo… periodismo ilustrado mexicano… contemporáneo. Con Jalieza como metáfora del “ser”…para tratar de llegar un poco más lejos con el discurso… reconociendo dentro de la diégesis y justo de esta manera que el “ser” o “Ser” siempre será antes que nada una construcción verbal, un concepto más que nada artificial… una pura idea o metáfora verbal para tratar de explicar y poner en acción lo que más se desea, nuestra comunicación universal efectiva, nuestro acuerdo como seres humanos, al llevarnos a elevar la conciencia en el proceso evolutivo. Nuestro deseo de comprender todo en una y una en todo, nuestro deseo de unidad, deseo radical humano, deseo de la conciencia espiritual. Sin trampas ni ilusiones teológicas, para tratar de decir la verdad que todo mundo puede entender por medio de este tipo de signos y de código. Por medio de este texto-sistema.

Filosofía anti-filosófica o filosofía de la liberación. Des-filosofía. Un discurso diferente, en diagonal con respecto al canon académico y sus afueras.

Cosa difícil de transmitir con este tipo de signos tan mitológicos, las letras del alfabeto indoeuropeo. Letras muertas, letras tramposas, ruido que se ve y no se oye. Mera cábala o tradición judeocristiana de querer fundar la tradición y el saber en el rizo de uroboros (serpiente que se muerde la cola) del verbo y la palabra… Que, en los hechos, son una chispita de luz negra en la conciencia personal y colectiva de un inmenso Dios inexistente… Para pensar… Por ello recurrimos al desvío de las fotos y las imágenes iconográficas… Para pensar… Para pensar más… Sin Biblia y sin Corán… Sin guerra santa y sin santa inquisición… En libertad. Desde nuestra situación y nuestra condición, desde nuestra geografía y nuestra hora… Sin trampas ni ilusiones, sin teología y sin ideología. En busca de lo sagrado eterno. Aquí. Contigo, con ustedes, con nosotras todas. Sinceridad sin Ser, para comunicarnos la verdad.

Así. En la foto 06 vemos dos piedras labradas con signos prehispánicos. Una escritura otra, diferente a la nuestra. Más visual, menos abstracta. E igual de poética. Aunque, entonces, brilla su capacidad de síntesis y su poder sinergético. Pero, bueno, tal como deja entender Jorge Luis Borges en El Zahir, tal capacidad de síntesis y sinergia la puede tener cualquier objeto sígnico, aunque tienda a concentrarse ahora en los objetos moneda.

Sí. Es importante el estudio sistemático del pasado prehispánico de México. Pero también es importante prospeccionar el futuro de quienes aquí estamos conviviendo ahora como país. La verdad de este momento histórico demanda abandonar las especialidades como frontera o cubículo de encierro, hay que arriesgarse a pensar todo junto una vez más, tal como debe ser para estar en la realidad donde todo está. Sí. Es bueno concentrarse en un objeto, para confirmar que se tiene contacto con lo real concreto… este universo in-finito de cosas… El Ser… que siendo una sola contiene dentro de sí todas las cosas posibles. A fin de terminar olvidando esta bella ilusión griega de que todo cabe en un solo verbo, sabiéndolo acomodar, como nos hizo creer Parménides.

Olvidar El Ser, así, según el poeta Jacques Derrida, significa recordar El Ser. Y olvidar recordando y recordar olvidando es el punto de arranque del discurso de la liberación, que, entonces, significa de(s)construir la metafísica de Occidente. Salir del encierro fascista en la jerga filosófica de Heidegger, por ejemplo, tan de moda entre la “gente bonita” o “Beautiful People” del momento actual. Para tratar de pensar de verdad por cuenta propia, sin mucha bibliografía y sin pies de página.

Tal como nos hacen pensar las piedras antiguas de Jalieza.

Hay que unir el cielo con la tierra y quienes la habitamos. Saber leer la conducta de la materia universal, la energía que ni se crea ni se destruye y todo el tiempo se transforma, fluyendo en apariencia de cero a todo y de todo a cero, indefinidamente, todo el tiempo, en todas partes.

Rara escritura. En estas dos piedras con escritura simbólica explica el sentido de la otra piedra que está ahí, la tercera piedra, la Piedra de Estrellas, un texto con una figura analógica del modo como se ve el cielo de una noche del año. La noche que en Occidente marca el inicio de la estación de invierno, la más fría y seca para la Oaxaca donde están las piedras.

Nosotras pensamos que, de ser zapoteca, esta escritura muestra un momento, ya, de decadencia dentro de esta civilización. Comparadas prácticamente con todas las demás piedras labradas por la gente ben-ni-gula-zaa, estas tres resultan muy burdas y simples. Sin embargo, la de Estrellas resulta entonces inquietante, conmovedora, trascendental. Porque habla de un saber científico sobre el movimiento del universo. Al mismo tiempo que constituye todo un poema sobre el sentido de la vida humana, donde saber cuidar el movimiento del cielo resulta una tarea imprescindible, decisiva. Ya que así se entiende mejor nuestra condición existencial, tan nada y tan intensa a la vez, cosa paradójica, trágica, sublime.

Leemos un mensaje sencillo. Cómo trabajan los ciclos del cielo para que haya vida, así deben trabajar los humanos para sobrevivir, y entonces hay que desear lo mejor para todos. Hay que desear que el trabajo tenga sentido, hay que desear que los ciclos con que se teje la existencia humana constituyan de verdad un signo, un enunciado, una idea con legítimo sentido, una idea en verdad digna de ser pensada por todo mundo. Saber sobrevivir. Saber estar en el mundo. Saber cuidar de la existencia humana.

Esto estudiamos de este modo, como aquí vamos contando.

Entonces, si las primeras huella de la gente ben-ni-gula-zaa en el valle provienen de hace unos cinco mil años, y si la hora clásica de esta civilización y sociocultura ocurrió entre los años 200 y 900 de nuestra era, entonces casi no hay duda que estas tres piedras antiguas de Jalieza (la de Letras, la de Círculos y la de Estrellas) fueron labradas entre 1200 y 1500, probablemente. También todo hace pensar que fueron originalmente labradas allí donde se encuentran ahora, quizá junto con una cuarta piedra, que ahora se encuentra en el mercado de artesanías de textiles en el centro del pueblo, tal como supone el equipo de investigación de Josef Otto. Una piedra rota hoy día, es decir, incompleta, donde sospechamos había un mensaje sobre el respeto a quienes gobiernan al pueblo con la bendición de los jaguares, la élite, entonces todavía legitimada en tanto zapoteca.

La primera estratificación de la historia de la gente ben-ni-gula-zaa la realizaron durante la primera mitad del siglo pasado Alfonso Caso e Ignacio Bernal, a partir de la información arqueológica aportada por la cerámica. Todo lo ordenaron a partir de Monte Albán. Después, durante la segunda mitad del siglo XX, Marcus Winter hizo un nuevo planteamiento, tomando en cuenta información arqueológica proveniente de todo el valle central. Según este esquema, la primera etapa histórica de los ben-ni-gula-zaa se denomina Danibaan y va del 500 al 400 a.e. Que es cuando, después del periodo de las aldeas o formativo, comienzan a vivir en ciudades, en este momento es cuando termina de configurarse lo que será su escritura. A continuación viene la etapa denominada Pe, que va del 400 al 100 a.e. En esta etapa se inicia el poblamiento y construcción de lo que ahora conocemos como la gran ciudad de Monte Albán. Luego viene la etapa Niza, del 100 a.e. al 200 n.e. Que es el momento donde se construyen los primeros grandes edificios de Monte Albán, es decir, el conocido como de Los Danzantes y el de El Observatorio, sitios donde aparecen piedras labradas con signos de escritura. Sigue una etapa de transición, Pitao, del 200 al 500, hora en que se da plena forma a la plaza central y las plataformas norte y sur. Para que llegue la hora crucial o decisiva, Xoo, del 500 al 800, hora de máximo esplendor de la gente ben-ni-gula-zaa. En este momento la población de la ciudad, extendida por todo el valle central, llega a contar con más de cien mil habitantes. Y cuando la gran Monte Albán comienza a ser deshabitada, por razones todavía difíciles de precisar, es en la etapa denominada por Winter como Liobaa, que va del año 800 al 1200, es en este momento cuando llegan diversas invasiones extranjeras al valle central, la llamada ñuiñe y la mixteca, por ejemplo. Y la última etapa prehispánica de la región se conoce como Chila, que va del 1200 al 1500, y es cuando llega, primero, la conquista mexica, y al final del siglo XV la española. Aunque, bueno, en realidad esto de “conquista” resulta bastante discutible si se revisan las fuentes con cuidado.

En la vara de mando que aparece labrada en la cuarta piedra del Llano de la Azucena, o sea, la Piedra del Jaguar, nosotras queremos ver inscrita la figura de una azucena, bella y perfumada florcita blanca que crece por allí en grandes cantidades durante la primavera y el inicio del verano. Razón suficiente para que ese llano lleve por nombre, como quiere don Nicéforo Mendoza Chávez: “Llano de la Azucena” --así, en singular. Un sitio de fiesta para el pueblo de los comunes, o sea, la gente de a diario, que así manifiesta su acuerdo de comunidad trabajadora con el pueblo de los superiores, o sea, la élite, la gente que gobierna. Pues, según lo que vemos allí escrito en las cuatro piedras, así es como lo piden las estrellas y su espíritu supremo. Que haya armonía entre quienes trabajan por la consecución de los mantenimientos y quienes trabajan la trama de la comunidad, entre quienes son el pueblo y quienes toman asiento sobre petates tejidos. Un acuerdo necesario para sobrevivir con sentido. Entender lo que significa gobernar y ser gobernado/as. Cosa, en realidad, difícil de entender… ¿cómo tiene que ser la sociedad de los mortales?

En fin, según nuestro análisis iconográfico e iconológico de lo escrito en la Piedra de Letras, creemos que ésta fue labrada ya cerca de la llegada de los españoles al valle central, es decir, durante el siglo XV.

¿Por qué lo creemos así?

Uno. El Sol que allí aparece inscrito parece de procedencia mixteca. Hemos encontrado uno muy parecido en las ofrendas de oro que halló Alfonso Caso en la Tumba 7 de Monte Albán. También es fácil encontrar muchos soles de este tipo en los códices de procedencia mixteca, especialmente el Vindobonensis, donde figuras con este tipo de dibujo representan a la divinidad solar mixteca (iha Ndikandii), de acuerdo a la interpretación de Ferdinand Anders, Maarten Jansen y Gabina Aurora Pérez Jiménez. De hecho, esta forma de representa al sol iconográficamente no es propia de la escritura zapoteca antigua.

Dos. La Serpiente de figura escalonada y con radiaciones tampoco parece ser de origen zapoteca clásico. Más bien es un signo propio del posclásico tardío. No queremos pensarla ni nombrarla como “Quetzalcóatl”, porque este concepto nos parece sospechosamente cristiano y conquistador, más que nada una imposición de los españoles. Por eso, porque es pura ideología europeizante, es por lo que nosotras creemos que ahora tiene tanto éxito esto de nombrar Quetzalcóatl a todas las serpientes prehispánicas, porque en realidad nada más es un concepto que conecta muy fácilmente con el orden mitológico de Jesucristo y la teología de la miseria. Aquí, en el signo de serpiente inscrito en la Piedra de Letras, nos llama la atención que sea una víbora de cascabel y que su cuerpo parezca recorrer la parte inferior de la piedra. Hasta ahora sólo hemos encontrado un signo parecido dentro de la iconografía maya tardía, donde refiere al planeta Tierra, básicamente como fuente viva de los mantenimientos humanos.

Tres. También el concepto Cinco Flor parece ser de procedencia posclásica tardía, un concepto más que nada mixteca y/o mexica. Por cierto, un raro concepto, pues, igual que con las buenas cosechas este signo nominal conecta con cuestiones orgiásticas y prohibidas por los españoles. Por ejemplo, el número cinco, que en náhuatl se dice “macuilli”, entre muchas cosas quiere decir “a manos llenas”, “completez humana” o “buen trabajo manual”. Refiere al trabajo de los artistas o toltecas, primero; pero luego a todas las formas posibles de trabajo bien hecho. Ya en forma metafórica amplia, Cinco quiere decir “Unión”, lo mismo que “Centro”. Son, de principio, los cinco dedos de la mano, una medida clave para la cosmovisión mesoamericana; pero también para la simbólica universal. Algo así como un arquetipo jungueano, pero, ya entonces, uno muy consciente y claro. En la sociocultura mesoamericana con características mixteco-mexicas se le relaciona con los cuervos y con la diosa Tlazolteotl, diosa de la basura o de la inmundicia, la Venus o Afrodita de los mexica. También el número cinco representa el centro del mundo, el punto en que se cruzan y unifican los cuatro puntos cardinales. Por eso constituye una medida calendárica fundamental, señala la duración de una semana o “cocijo”. De tal manera es posible sospecha que en ese lugar de Jalieza que la gente antigua llamó Cinco Flor o Cinco Azucena ocurrían fiestas paganas de la fertilidad, danzas y amores, cantos y besos. Cerca de Jalieza, del otro lado de los cerros, al noreste del pueblo, hay un sitio arqueológico que hoy día así se denomina: Macuilxóchitl o Cinco Flor, aunque sitios con ese nombre hay realmente por todas partes donde llegó la sociocultura mexica. Por otra parte, en lo que conocemos como Calendario Azteca, la Flor corresponde al último de los veinte días sagrados, es el día que cierra el ciclo de la veintena. Significa belleza y plenitud, cumplimiento, lo mismo que gran goce u orgasmo. Es un símbolo de la vida plena.

Cuatro. Las demás figuras que integran el enunciado subordinado complejo de estas dos piedras antiguas corresponden a las socioculturas mesoamericanas en general, aunque lo que denominamos fauces del cielo es propio de la civilización zapoteca. Sin embargo, la forma en que aparecen dibujados y labrados es anormal. Por ejemplo, las fauces del cielo aparecen dos veces, cosa inusual en las estelas clásicas. Quizá refieren también al orden del Misterio o “Xicani”, un orden relacionado íntimamente con el juego de pelota, lo mismo que el Ojo del Lagarto de los Orígenes. Pero no hemos podido localizar la traza de ningún juego de pelota en toda la zona arqueológica de Jalieza.

Cinco. La Piedra de Círculos es la más enigmática en términos de escritura. Igual puede representar a la Luna que a Venus. Pero, ya en tal caso, estos círculos concéntricos también pueden significar que la Tierra es redonda y que gira en torno al Sol, lo mismo que los planetas como Venus giran en torno a la gran estrella del cielo.

¿Cómo realizamos estas interpretaciones?

Primero que nada, analizando todo el material que existe inscrito en piedras de la civilización zapoteca. No es en realidad mucho, quizá no llegan a ser más de mil textos los efectivamente existentes. Apenas lo suficiente para tramar un código de interpretación. Casi siempre estelas con muy poca información, nombres, fechas, lugares, unos cuantos gestos, en su mayor parte deseos ideológicos de los gobernantes, ilusiones y esperanzas de la élite, nada más.

También tomamos en cuenta lo poco que se puede encontrar de escritura de este tipo en la cerámica y en otros objetos arqueológicos. Después de todo, no hay códices zapotecas.

Luego, como una fuente secundaria, contamos con las también pocas crónicas españolas de la conquista militar y espiritual del valle. Donde prácticamente nada se dice o explica sobre la escritura y el pensamiento de la civilización ben-ni-gula-zaa.

Del mismo modo hemos recurrido, en tercer lugar, a todos los diccionarios que hemos podido localizar, tampoco es mucho, sobre todo si consideramos que el zapoteco clásico se movió del valle central al istmo hace cosa de quinientos años. Hoy día existen muchas variantes de zapoteco y muy pocas coincidencias esenciales.

Por último, recurrimos a la información que aportan los habitantes actuales del valle, también muy poca, pues al menos durante los últimos cien años la tendencia fue olvidar las culturas y lenguas prehispánicas, consideradas como idólatras y retrógradas por los maestros de primaria y los curas.

Sin embargo, para hacer nuestras interpretaciones nos sometemos al método más riguroso posible, trabajando con parsimonia científica, tratando de justificar con ejemplos y fundamentos semióticos cada interpretación, buscando que estas lecturas sean confiables y sostenibles en todos sus puntos, solicitando que otras personas las validen desde sus propias investigaciones y experiencias. Para ello hemos tratado de entrar en contacto y diálogo con quienes estudian con sistema la historia antigua de Oaxaca: arqueólogos, antropólogos, epigrafistas y sociólogos. Razón porque hemos asistido a las últimas dos Mesas Redondas de Monte Albán, organizadas por la doctora Nelly Robles, directora del sitio arqueológico de Monte Albán. También en este sentido nos han resultado de gran valor los apoyos dados por el antropólogo Eduardo López Calzada, director del Centro INHA de Oaxaca. Y ya en los hechos, más que fundamental ha sido el aporte de los custodios de los diversos sitios arqueológicos y museos del valle central, más el apoyo y la curiosidad de las autoridades municipales de muchos de sus poblados.

Así, quienes a nuestro entender más han aportado para el desciframiento de la escritura zapoteca antigua son Alfonso Caso (Las estelas zapotecas, 1929) y Javier Urcid (Zapotec Hieroglyphic Writing, 2001). De sus textos depende en buena parte nuestra hermenéutica de las piedras de Jalieza. Poco más es lo que se ha agregado al estudio de esta escritura antigua.

Siguiendo con nuestras interpretaciones, nos llama mucho la atención que este enunciado de las piedras antiguas de Jalieza no tenga ninguna referencia clara al culto por los ancestros venerables, tan propio de la gente ben-ni-gula-zaa. Por ello decimos que es un enunciado de carácter “popular” y “tardío”.

Que los signos puestos en juego parecen provenir de diferentes códigos socioculturales también lo consideramos razón suficiente para considerar estas piedras como un producto tardío. No hay pruebas hermenéuticas de que los signos de diversas culturas se mezclen antes de que estas culturas se desarrollen en forma completa. Más bien, la tendencia es la contraria, cuando los signos se mezclan es en las fases terminales de las socioculturas que los producen.

Total. Este enunciado epigráfico de las piedras antiguas de Jalieza nos habla de sociedad y buen gobierno, de usos y costumbres, de tradición y ciencia política. Cuestiones cruciales para la existencia humana, pues hacen pensar en la buena política, entendida ésta como un conjunto de procesos y relaciones armoniosas entre todas las fuerzas del cosmos, teniendo a la experiencia humana como su centro simbólico.

Entonces, aún queda la posibilidad de que la escritura de estas piedras no sea tan antigua como parece. Quizá sean producto del pensamiento neoindigenista que emerge de la independencia de México, en la segunda mitad del siglo XIX. Un intento de retomar antiguas tradiciones y costumbres. Pero resulta difícil de aceptar. Más difícil aún pensar que sean una creación del siglo XX, pues creemos que alguien tendría noticia de ello.

Nuestro deseo es que, entre todos los seres humanos vivos del planeta, cada vez funcione mejor la buena política comunitaria de que hablan estas piedras antiguas de Jalieza. Una política más justa y equitativa, más democrática y generosa, un mejor acuerdo de existencia entre los de arriba y los de abajo. Para todo mundo en todo el mundo, ahora mismo y siempre. Una utopía, si se quiere, pero digna de ser pensada todo el tiempo.

Por eso nos interesa conocer mejor la vida real de la comunidad de Santo Tomás. Una comunidad, en definitiva, excepcional. Muy diferente a la de nosotras tres en cuestiones decisivas, por su forma de no ser ni urbana ni exactamente agraria al mismo tiempo, mientras que se globaliza a través de los efectos de los medios de comunicación colectiva, como ocurre con la mayor parte de las comunidades del planeta. Allí, en Jalieza, se rigen por usos y costumbres para elegir a sus gobernantes, de tal manera se evitan una infinidad de contradicciones de nuestra democracia tardo-capitalista; aunque, suponemos que a cambio de ello reproducen muchas contradicciones del orden feudal o caciquil. Pero apenas comenzamos a estudiar estas cuestiones. Necesitaremos de más tiempo para poder opinar con cierto conocimiento real de lo que ocurre.

Buen gobierno, tradición e innovación. Suma de la historia. Problema de la historia. De eso trata mucho de este informe. Historia. Nuestra historia, la historia de nosotras tres y la de Santo Tomás Jalieza, la del valle central de Oaxaca y la de México y todo el mundo, toda la historia, con todas las historias. Cuando todo parece dejar de ser local, sin llegar a ser de verdad global, y viceversa. Nuestro tema, la historia como cambio y el cambio como historia, nuestra preocupación, nuestro informe. Este enredo de imágenes en que debemos pensar todo el tiempo, de alguna manera, para pensar con sentido, lo global y lo local, lo propio y lo ajeno. Más lo que a ustedes les interese agregar a nuestra reflexión.

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